Aparte de otras razones, la revolución soviética en la Rusia de 1917, se debió al desarrollo negativo -para la nación los zares- de la I Guerra Mundial.
Las reacciones internas contra dicha revolución, aunque fueron numerosas y de muy diversa índole, aparecieron con lentitud y actuaron descoordinadas entre ellas, lo que explica -en buena parte- su derrota después de una cruenta y prolongada guerra.
El desarrollo de la guerra civil sirvió para que el bando revolucionario consolidará muchos de los aspectos que iban a ser característicos en la lucha por la implantación de la llamada dictadura del proletariado.
Su trascendencia desborda las fronteras de la recién creada URSS, pues se trata de una revolución de carácter internacional, que inmediatamente empieza a extenderse, de forma acusada en los países europeos.